Puede ocurrir que pases gran parte de tus
próximas horas divagando sobre
cuestiones del pasado; lo que fue y lo que pudo ser.
También existe la posibilidad que proyectes
todo eso a lo que está por ocurrir: miedos
y deseos.
El que ambas cosas se alternen y dominen tu
espacio es, quizás, lo que suceda con mayor probabilidad.
Pero qué ocurre con lo actual, con lo que nos
está sucediendo: lo que percibo, siento y pienso sobre lo que está pasando aquí
y ahora. El espacio que le ofrecemos suele ser escueto, limitado a pequeños
fogonazos de atención que, en el mejor de los casos, solemos solo vislumbrar.
Cuando lo que paso nos mantiene en lo que pasará, se inhabilita
la capacidad por saborear y disfrutar lo
que está aquí; entonces, el sufrimiento está servido. Si la felicidad escasea en nuestras vidas, es altamente
probable que exista un presente oculto que no se esté viviendo.
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