Todos,
sin excepción, pasamos gran parte de nuestra existencia ensimismados en nuestros
pensamientos. Actuamos conforme a ideas que hemos forjado a lo largo de los años y que consideramos
nuestra esencia real. A menudo, nos empecinamos en proyectos vitales o
profesionales que hace tiempo nos hacen daño; pero las ideas que nos formemos sobre
lo que debe ser y lo que nos aguarda si cambiamos, nos mantienen en ese sufrir.
Aprendemos
a hacer, crear, pensar; pero, tan importante como esto es soltar. Abrir la mano
y dejar que las ideas que tenemos como verdad absoluta dejen paso a otras, escucharlas y permitir
que estas nos guíen por la realidad que hasta ahora nos neguemos a observar.
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