En nosotros hay cosas que nos gustan y otras
que nos desagradan: recuerdos felices, pérdidas, traumas, etc. Con las
agradables no parece haber problema, pero ¿qué ocurre con el resto?
Nuestra lucha por eliminar aquello que no nos
gusta de nosotros, además de infructuosa, es causa de un gran sufrimiento.
Somos varias personas que se enfrentan entre ellas y, en esa pelea, pasa la
vida.
Qué ocurre si aprendemos a mirar a esos otros
yo de otra manera, si logramos abrazarlos y considerarlos lo que son; partes de
nosotros que alguna vez nos ayudaron a vivir y que están esperando a volver a
hacerlo.
Cuanto más cerca estemos del origen de esas
partes, más puras las observaremos. Cuanto más cerca las sintamos, mayor será el
amor que les tengamos. Cuando el amor hermane todas nuestras partes podremos
tocar nuestra esencia, nuestra alma.
Solo a través de la integración de la persona
se observa lo que hay más allá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario