El artículo
al que hace referencia este enlace expone una interesante comparación
entre técnicas destinadas a la supresión de pensamientos intrusos. Para ello, las
clasifica en dos categorías; cognitivo-conductuales tradicionales, por un lado,
y basadas en la aceptación y mindfulness,
por otro. El objetivo, dilucidar si existe diferencia en la eficacia entre
ambos grupos.
No se busca en este post comentar, refutar o apoyar el
contenido del artículo; sino reflexionar sobre una cuestión que apunta en su
conclusión.
Otro tanto cabe decir respecto a la aceptación, pues no es igual un tratamiento que la promueva con metáforas y ejercicios específicamente diseñados y la justifique por los objetivos vitales, que ofrecer a los participantes únicamente unas indicaciones para "aceptar" "no hacer nada" ante los pensamientos que les sobrevengan.
El autor aquí realiza
una distinción de “aceptar” muy significativa.
La señalada en
último lugar, “no hacer nada” ante los
pensamientos que sobrevengan, posee cierta similitud respecto a las técnicas cognitivas
tradicionales con las que se compara; centradas en eliminar, modificar o
disminuir los pensamientos indeseados. Esta
se basa en observar sin reaccionar; en inhibir las respuestas inmediatas creadas
por el pensamiento, crear un espacio, responder de una manera adaptada y
permitir que estos se diluyan por sí solos. La máxima es lograr la ecuanimidad.
En ambas se
debe invertir una gran cantidad de energía para “luchar” contra los
síntomas del problema; en un caso los pensamientos, en otro la reacción a
estos.
La otra manera
de aceptar, tratamiento que la promueva
con metáforas y ejercicios específicamente diseñados y la
justifique por los objetivos vitales, señala a aquellas técnicas que se
basan en las experiencias de autoconocimiento. Aquí, el trabajo irá encaminado
a explorar, entender y aceptar aquellos elementos de la persona que están en la
base del problema, ocultos bajo las apariencias: sombras, recuerdos
traumáticos, duelos no resueltos, etc. Los pensamientos intrusos y reacciones
son vehículos que ayudan a profundizar; la causa
es la que ha de aceptarse. No se trata solo de cambiar o eliminar; sino “dejar ser” algo esencial que estaba inhibido,
bloqueado.